Río de Janeiro desde una mirada colombiana

Río de Janeiro es un destino icónico del turismo mundial; por su carnaval, por sus playas, por sus mujeres esculturales, por el fútbol y por todo un paradigma de alegría y belleza que ha logrado vender al mundo. Para algunos hasta por la violencia y el mundo de las favelas, que aunque parezca increíble es una problemática que ha logrado venderse turísticamente. Y es que en ideas generales de un colombiano, quien es quien escribe este artículo, eso es Río de Janeiro: una ciudad de contrastes.
La ciudad maravillosa como es llamada Río de Janeiro por tener toda una diversidad geográfica deslumbrante de playas, morros y bellezas naturales inmersas en su estructura urbana, todo esto junto al calor humano de su gente (carioca) es a su vez el reverso de esa moneda. Lo bello y lo feo en su máxima expresión, pero nunca a medias.

Desde una mirada comparativa con las ciudades de Colombia, y a la vez ciudades latinoamericanas en general porque se pueden encontrar muchas similitudes, Río de Janeiro tiene para asemejar con Cartagena de Indias, Bogotá, Medellín y Barranquilla. Esto puede incluir otras pero es solo a manera de contexto y cada quien puede ver similitudes con sus ciudades en particular.

De Cartagena puedes encontrar una serie de predios históricos que te recuerdan la ciudad heroica, algunos en barrios que tienen edificaciones modernas, lo más parecido a barrios como Manga o El Cabrero.
De Barranquilla o de la misma Cartagena puedes encontrar el calor, del clima sofocante y también el calor humano de las personas dispuestas a hablar, a cambiar ideas, a brindarte ayuda y a aprender de ti con esa sencillez y espontaneidad de los que nacen cerca del mar. Ni decir del carnaval, donde Barranquilla también tiene el suyo y es el más representativo de Colombia. De Bogotá puedes encontrar toda una fuerza de ciudad que se mueve como capital (hay que recordar que Río de Janeiro fue la capital de Brasil hasta 1960 cuando fue designada Brasilia) de edificios estatales, de personas en trajes formales y de oficinas de empresas nacionales y multinacionales que tienen su mando desde la ciudad carioca.
Pero también puedes encontrar similitudes de tráfico con cualquiera de las ciudades colombianas; un tráfico agobiante que no deja de ensordecerte, de irritarte y llevarte a los niveles extremos de estrés. Hasta una similitud de forma tiene esta ciudad; sus taxis son de color amarillo, tal cual los de las ciudades colombianas.

Puedes encontrar también la incertidumbre a la seguridad. No es licencia cinematográfica de películas como Tropa de Elite o Ciudad de Dios decir que A cidade maravilhosa es peligrosa. Lo es y su componente turístico la hacen propicia para el bandido, para el asaltante y el vago que ven sangre dulce en el extranjero, en el foráneo que lleva dólares y euros, cámaras fotográficas, celulares y joyas consigo. Queda marcada la similitud de las favelas con las comunas de Medellín, teniendo en cuenta la similitud geográfica de tener cerros en la ciudad donde los desfavorecidos hicieron su espacio de vida. Aunque  la capital de Antioquia también podríamos ver semejanzas en lo positivo, pues ambas ciudades se venden turísticamente, sacando el máximo provecho de su geografía y de sus logros urbanos.

Pero Río es también y sin entrar en comparaciones con alguna de las ciudades nombradas en este texto sino con Colombia en general, es de la cultura de “quítate tú para ponerme yo” de la cultura del dinero fácil; de allí que sea una foco de narcotráfico y bandas criminales que luchan contra una cultura política corrupta que saquea todo y deja una desigualdad social innombrable. 

Por ese motivo del camino fácil también hay una desorganización latente en una ciudad que se mueve a los trompicones como Bogotá, Cartagena y Barranquilla principalmente. El Metro funciona a medias y en un trayecto muy limitado de la ciudad, siendo que solo cuentas con dos líneas: la verde y la amarilla.

El metro de la ciudad colapsa en su servicio y presenta interminables congestiones

Igual se podrían encontrar similitud en los vendedores ambulantes, en la indigencia, en la desigualdad, en el contraste abrumante del rico y del pobre, del que lo tiene todo y el que no tiene nada, en la burocracia interminable y en otros acontecimientos que cualquier colombiano y /o latinoamericano, principalmente, cerrando los ojos podría fácilmente pensar que está en su ciudad natal.

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