The Revenant - El renacido. Hay que sobrevivir para vengarse



Con el telón histórico de los cazadores de pieles del siglo XIX en el sur de los Estados Unidos, y cuando el comercio de estas era el gran negocio de ese reciente país, Alejandro González Iñárritu (alcanzó con esta película el Óscar a mejor director por segunda vez consecutiva) le da rienda suelta al histrionismo de Leonardo DiCaprio ( obtuvo con este personaje el Óscar a mejor actor) quien interpreta a Hugh Glass (quien existió en la vida real), cazador, y la única persona que sabe la ruta para salir de la emboscada de indios nativos ( escena con que inicia la película) que solo perdonan a sus enemigos con la muerte. Pero estos hombres rudos no solo se enfrentan a los inclementes nativos, también a los desafueros de la naturaleza, y aquí la película toma un considerable tiempo de su metraje (más de dos horas y media) para una magnificación de lo natural. Escenas que nos muestran el vasto e intempestivo mundo del frío estadounidense; el de las bestias salvajes junto a  avalanchas y heladas que dejarían al más fuerte de los hombres en condiciones insalvables. Todo esto al máximum en la fotografía de Emmanuel Lubezki, quien despliega la cámara para total contemplación de la madre tierra, y de El renacido como eje principal. Pues como indicó Iñárritu al momento de recibir su segundo Óscar a mejor director, “Leo, tú eres El renacido”. Esto es lo más sincero de la película, pues parece pensada para DiCaprio, con tomas suyas en solitario (con pocos diálogos) que muchas veces con planos detalle se acercan tanto a él que hasta logra empañar el lente con su aliento. 

Pero el mensaje central, más allá del protagonismo evidente del actor de ascendencia ítalo-alemana, se enfoca en el mal trato a los nativos,  claro, desde la trillada óptica de siempre, del hombre blanco que se cree civilizado y ve a los pueblos indios como animales, y como tal, los trata así. Es así que vemos cómo en aquellos tiempos el abuso sexual a las indígenas era un juego más de esos hombres rudos. Se raptan mujeres como objeto de guerra, y por esta razón (la búsqueda de la hija de un nativo) hay una encarnizada búsqueda de la tribu Arikara por encontrarla. Por eso la vigilia a cada paso, porque el juego está abierto, y todos saben que cualquier cosa se puede esperar del otro. Un nativo no puede ver a un blanco porque le cobrará con su vida, y ni decir la situación contraria. Sin embargo, alguna vez hubo confianza, pero como en toda realidad del discurso civilizador de occidente, esos pactos fueron burlados y la respuesta nativa se hizo severa. En esa confianza depositada por los nativos, Hugh conoció a quien fuese su mujer, tuvo un hijo con ella, pero sufrieron un ataque cruento de los intrusos de origen europeo. Después de la masacre, él sobrevive con su retoño, el cual nunca será aceptado por los cazadores blancos, y que solo será protegido por su padre. Pero hay que vivir, y ellos dos solos no pueden; necesitan de los otros.

Sobreviven cazando animales y se sostienen como pueden en ese mundo inabarcable. Pero como si las cosas ya no estuvieran mal (después del ataque a la expedición al comienzo del filme) Hugh, quien es el que mejor conoce el lugar, y guía a la guarnición por una ruta donde no sean abatidos por los expertos indígenas, se ve atacado por un oso grizzly (una de las escenas más tensas y conmovedoras del filme) que lo deja en las últimas de su vida.

Es así que el relato se toma un tiempo de consideraciones morales, pero también de supervivencia. ¿Matarlo y hacer más fácil e viaje? ¿Llevarlo consigo, pues solo él conoce la ruta? Entonces la película también asume unas posiciones poéticas, de flashbacks oníricos donde el recuerdo de su mujer y su hijo se torna una sombra que lo persigue y le da fuerzas.

Pero no todo es poesía. Un hombre herido y sin poder moverse, en medio de condiciones climáticas a grados bajo cero, es una carga casi insoportable que no se puede llevar, excepto que una decisión de misericordia del comandante le permita dejarlo al cuidado de dos hombres, los cuales serían bonificados por su labor. Pero la ambición tiene nombre propio, y un invalido y moribundo no sirve en los proyectos del jefe al mando, el exmilitar John FitzGerald (Tom Hardy), quien hará todo lo posible por sacarlo del camino. Entonces Hugh tendrá que renacer, o revivir, y la película entrará en el juego del héroe hollywoodense que se enfrenta a todas las adversidades, y entonces cómo no, nos preguntamos: ¿Será posible tanta proeza? ¿Puede un ser humano soportar tanto y seguir adelante? Bueno, es una película y todo es posible. También está presente el tema de la venganza (recurrente en el cine estadounidense), pero con un matiz que reflexiona sobre qué hay después de conseguirla. ¿Equilibra las cargas, o lo perdido es perdido y no hay venganza que pueda equiparar? Y por último, la película trata el tema de la relación del hombre con la naturaleza, de sus excesos y cómo esta puede devolverle bien o mal de acuerdo a su proceder. Temas como el racismo y la crisis ambiental nos muestran que las cosas no son muy diferentes hoy con relación a casi doscientos años, momento histórico en el que está ambientada la cinta.

Mucho o poco: Aclamada y premiada en los otros premios y festivales antes del Óscar, solo se llevó tres de las doce nominaciones del figurín dorado. Puede ser poco o mucho desde la óptica que se vea. González Iñárritu se convirtió en el tercer director, en los 88 años del a ceremonia, en obtener ese premio en años consecutivos. El otro Óscar fue el de actor principal, que había sido esquivo hasta entonces para DiCaprio, incluso en papeles muy estimados en su trayectoria y que además competía este año, con Eddie Redmayne y su brillante interpretación en La chica danesa. La otra estatuilla fue la de mejor fotografía, que encumbró a Emmanuel Lubezki entre los más grandes dentro de esta categoría, al alcanzarlo por tercera vez consecutiva.

Contemplación: Algunas escenas son una contemplación al mundo de la naturaleza. En algunas hasta se puede encontrar un enorme parecido con el panteísmo de Terrence Malick, con su postura contemplativa. La escena de Hugh, (DiCaprio) moribundo, mirando hacia los arboles es la más clara, y se asemeja mucho a una escena de El árbol de la vida, del año 2011, obra del aclamado director texano.
  

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