La redención católica y la vida como apuesta en Bad Lieutenant

 


Desde sus primeras películas hasta The King of New York (1990), Abel Ferrara había insistido en mostrar lo externo de la cruda realidad llena de corrupción, drogas, miedo y persecución que se vive en algunas de las grandes ciudades de los Estados Unidos. Principalmente, en New York, ciudad de origen del cineasta italoamericano.

Lo anterior se evidencia desde sus primeros cortos Nicky´s Fim (1971) y The Hold Up (1972), pero también en su opera prima, The Driller Killer (1979), o en siguientes largometrajes como Ms 45(1981) Cat Chaser (1989). En todos estos filmes los protagonistas son personajes perturbados, ya sea por un pasado que no conocemos bien, verbigracia, los oscuros deseos de un artista frustrado, en The Driller Killer; por la sed de venganza a causa de una violación, en Ms 45, o por la crisis de un hombre que se enfrenta a un evidente sistema corrupto en todas las ramas de la justicia, como sucede en Cat Chaser. Sin embargo, no es hasta The King of New York (con el aparente cambio de un mafioso) y luego en Bad Lieutenant (1992) donde obsesiones temáticas como la redención y la religión católica (ya presentes en la mayoría de sus obras anteriores) se trasladan al perfil interno del protagonista.

Es también en esta cinta donde más se retrata el curso de una vida como una apuesta peligrosa, pues es así que vemos el vivir del Lieutenant, interpretado por Harvey Keitel, en uno de sus papeles más complejos y a la vez enfermizos, el de un ser que además de corrupto máximo, drogadicto y descuidado, es un apostador que juega su vida progresivamente a lo largo del metraje.  Así queda explícito en cada apuesta que hace a favor de  Los Angeles Dodgers, en una serie que ficticiamente van ganando estos tres juegos a cero contra los Mets de New York. Es decir, Lieutenant está a punto de ganar, porque los Mets necesitarían ganar los cuatro juegos restantes, dado que es una llave al mejor de siete enfrentamientos.

Y es en paralelo a la serie de béisbol que vamos viendo la transformación del personaje de Keitel, porque sus luchas internas se hacen más dramáticas, y con cada juego que los Dodgers pierden él también va perdiendo parte de su vida. Dado que el teniente corrupto vive en New York, crea una falsa expectativa en sus colegas para que apuesten en los Mets, un sufrido equipo de la ciudad de la Gran Manzana. Es latente su hipocresía y sus dos caras; un ser que juega  a la doble durante toda la película; un ser que decidió ser un policía para entre comillas hacer el bien, pero que resuelve su vida desde la criminalidad. No obstante, su pasado católico vuelve a atormentarlo cuando tiene que asumir el caso de una violación atroz de una monja en su propia iglesia, caso que además, envuelve una recompensa de 50 mil dólares. 

A esto se suma, que cada apuesta que pierde en cada juego de béisbol profundiza su malestar, al no regocijarse tanto (si es que alguna vez se regocijó) en esa vida de excesos y desmadres en la que ha estado desde hace mucho tiempo. El enfrentamiento de este ser que parece renegar de los valores religiosos (renegados por él al principio) se evidencian en el caso de la monja, un ser que le produce sentimientos encontrados, y por el que siente admiración.

Y sigue la decadencia del Teniente con cada partido perdido de los Dodgers, pues él también  pierde parte de sus esperanzas y sus motivaciones materialistas y hasta nihilistas. Pero, por paradójico que parezca, a su vez gana una nueva oportunidad de redención consigo mismo, en un proceso doloroso, lleno de insultos a un Jesucristo que al fin y al cabo le da la respuesta que  tanto esperaba y pidió.

Es por ello que la decisión final que toma lo lleva al más profundo abismo,  pero al mismo tiempo, al pico más alto de su interioridad. Quizá, la redención de un ser humano en su específica situación de vida, tan corrupta y oscura sea la mejor reflexión que pueda brindarnos esta película de Ferrara.

Dato curioso para beisboleros: entre la ficción y la realidad

La supuesta Serie Mundial de beisbol que se da en el marco temporal de la película es una creación ficcional sustentada con imágenes reales de juegos entre Los Mets y Los Dodgers. Incluso se oyen las narraciones que se refieren a grandes iconos del deporte de pelota, como son los famosos ex lanzadores David Cone y Orel Hershiser, o el gran Right fielder, Darryl Strawberry.  Todos ellos y los otros jugadores citados eran jugadores activos de los equipos correspondientes, pero en 1992 no se jugó esta serie, pues a pesar del uso de grabaciones reales, con jugadores reales (tuvo esto que tener un permiso especial por parte del departamento de licencias de MLB) en 1992 tanto los Mets como los Dodgers no se clasificaron a la ronda final (Playoffs). En realidad, una sola vez antes se habían enfrentado los Dodgers y los Mets en una instancia final, y fue en 1988, cuando los Dodgers ganaron el banderín de la liga nacional por cuatro partidos a tres y se clasificaron a la Serie Mundial, la cual también ganarían.

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